
Tal vez uno de los desplazamientos teóricos más cruciales en la comprensión de los procesos de aprendizaje se ubica precisamente en el reconocimiento de los estilos de aprendizaje, como la posibilidad de ampliar las diversas formas en que los sujetos se acercan a los conocimientos. El concepto de estilos de aprendizaje hace ruptura con la univocidad del acto educativo, y lo enriquece desde el lugar de quien aprende, la ruptura avanza en la línea por democratizar las formas de aprendizaje desde el universo cultural y social de los estudiantes.
Hablar de estilos de aprendizaje nos ubica en un ámbito desconocido del proceso de aprendizaje, en el momento en que la relación con el objeto del conocimiento se vuelve compleja y diversa.
Este desplazamiento desvirtúa la direccionalidad que convertía al conocimiento en un asunto mecánico de transmisión de información y de datos, rescato la perspectiva de Kolb, quien considera que los estudiantes pueden ser clasificados en convergentes o divergentes, y asimiladores o acomodadores, en dependencia de cómo perciben y cómo procesan la información. En tal sentido Kolb plantea, que las personas pueden captar la información o la experiencia a través de dos vías básicas: la concreta, llamada por él experiencia concreta y la abstracta, denominada conceptualización abstracta. De acuerdo a las formas de procesar la información, Kolb señala que algunas personas, después de haber percibido una experiencia o información, prefieren reflexionar sobre algunos aspectos, filtrar esa experiencia en relación con la propia para crear nuevos significados en una elección pausada y deliberada , es así como se produce un aprendizaje significativo.
No obstante, la clasificación de Money y Mumford presenta una caracterización apropiada para observar estilos de aprendizaje apropiados a los contextos de la educación a distancia. La clasificación se considera así: Activos, las personas de este estilo se implican plenamente y sin prejuicios en nuevas experiencias. Son de mente abierta, nada escépticos, acometen con entusiasmo las tareas nuevas y centran a su alrededor todas la actividades. Reflexivos, les gusta considerar las experiencias y observarlas desde diferentes perspectivas. Recogen datos, analizándolos con detenimiento antes de llegar a alguna conclusión. Teóricos, adaptan e integran las observaciones dentro de teorías lógicas y complejas. Enfocan los problemas de forma vertical, escalonada por etapas lógicas. Pragmáticos, su predominancia es la aplicación práctica de las ideas. Descubren el aspecto positivo de las nuevas teorías y aprovechan la primera oportunidad para experimentarlas.
En mi caso particular pienso que combino las cuatro características aunque con tendencia a ser más reflexivo, activo en segundo lugar, pragmático e intentando ser teórico. Considero que este último estilo es importante desarrollar en el ámbito académico, porque nos permite avanzar en la construcción de conocimiento. Sin embargo, es necesario desarrollar el estilo activo permanentemente como un primer momento de aprendizaje.